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Un buque para Bolivia

Esta nota  fue publicado por el periodico Pagina Siete en su revista Miradas  del domingo 27 deAbril de 2014 en las páginas 22, 23 y 24

En marzo de 1966, una cruzada recorrió calles, oficinas y locales públicos para recolectar los aportes de la población para comprar el primer barco para Bolivia. La colecta llegó a 500 mil dólares.

Ivone Juárez Zeballos

E l 10 de marzo de 1966, se lanzaba en toda Bolivia la cruzada por el mar, "Un buque para Bolivia”, organizada por la Fuerza Naval con el objetivo de realizar una colecta pública nacional a través de la cual se buscaba reunir la suma de dinero suficiente para la compra de un barco "de capacidad regular para el transporte de minerales bolivianos a Europa y otros continentes”.
La campaña fue lanzada por el mismo presidente de entonces de Bolivia, el general Antonio Ovando Candía, quien presidía la Junta Militar que gobernaba el país desde el Golpe de Estado de 1965.
1966 fue un año particular en cuanto a los actos de conmemoración de la Guerra del Pacífico (1879) porque las autoridades de entonces se habían propuesto llevar a cabo una serie de actos y actividades para resaltar aún más la fecha y reavivar el espíritu cívico de la población en torno a la demanda marítima.
El historiador y diplomático Ramiro Prudencio Lizón recuerda los antecedentes de esa época: Bolivia había roto relaciones diplomáticas con Chile en 1962 a consecuencia del desvío de las aguas del río Lauca por parte del país transandino. Además, habían acontecido otros incidentes que llevaron a unos años de "casi odio entre ambas naciones”.
"El desvío del río Lauca creó un odio muy fuerte entre uno y otro país. En ambos naciones se dieron publicaciones muy duras, uno en contra de otro. En Bolivia la antipatía fue tremenda.  Surgió una posición patriotera, desfiles en las calles permanentes, indicando que Chile era un país abusivo”, remarca el historiador.
Prudencio precisa que tras el desvío de las aguas del Lauca, Bolivia recurrió a la OEA para elevar su protesta. En primera instancia el organismo internacional se pronunció a favor del país y, a través  de una resolución, emitida el 14 de mayo, recomendó a Bolivia elegir uno de los medios pacíficos de solución contemplados en el Pacto de Bogotá.
El país optó por la mediación, y de manera unilateral escogió a Venezuela y Colombia como mediadores. La decisión molestó a Chile porque no fue consultado y planteó llevar el caso a la Corte Interamericana de Justicia de La Haya. Bolivia insistió en la mediación y se consultó nuevamente a la OEA, que esta vez se pronunció a favor de la posición de Chile.
"La OEA ya no respaldó a Bolivia y tenía razón, porque cuando los países no se ponen de acuerdo en un medio de solución pacífica queda la Corte Interamericana de Justicia, que es obligatoria, la otra parte no se puede negar, pero Bolivia la rechazó y se retiró de la OEA”, añade.
Y la posición de la OEA generó mayor malestar en el país, "porque en vez de ayudar al país débil ayudaba al fuerte”.
"En Chile, la cancillería pagó a dos historiadores para que ‘investigaran’ y dijeran que Bolivia nunca tuvo mar. En Chile se comenzó a enseñar en las escuelas que Bolivia nunca tuvo mar”, remarca Prudencio.
El excanciller Armando Loiza recuerda que ante ese ambiente "tan crispado” entre las dos naciones, la comunidad internacional llegó a pronunciarse. Cita como ejemplo a Argentina, cuyo gobierno brindó su apoyo político y diplomático a Bolivia y lo plasmó en un ofrecimiento de dos zonas francas en su territorio: una en Barranqueras y otra en Rosario.
"El relacionamiento Bolivia – Chile fue bastante sensible. Uruguay, que tenía muy buenas relaciones con los dos países, nunca dejó de decir que francamente se unía a la causa del mar boliviana. Sus gobernantes e intelectuales se pronunciaron y, sin enemistarse con Chile, dijeron claramente que Bolivia debía recuperar su salida al mar mediante un arreglo pacífico”, añade Loiza.
Todos por el barco
Así, en ese contexto es que se desarrolló la cruzada "Un buque para Bolivia”, lanzada el 10 de marzo de 1966. Los periódicos de la época reflejaban el discurso de ese día del presidente Ovando.
"Esta vez la conmemoración adquiere mayor relieve, pues debido a la feliz iniciativa de la Fuerza Naval, la Nación entera se concentra en un noble esfuerzo, en una cruzada nacional para adquirir un barco que lleve por los mares del mundo la enseña tricolor. Ese barco será símbolo del anhelo boliviano, y motor propulsor a la vez de la capacidad interna de nuestro pueblo para alcanzar sus altos ideales”, se lee en la edición del 11 de marzo del periódico El Diario.
"Hagamos pues de esta cruzada marítima una empresa superior que unifique y totalice las supremas energías de Bolivia. Hoy un barco, mañana dos, tres más, al fin la flota y por último el puerto deseado, vasto, soberano, laborioso que nos comunique con los mares del mundo y haga posible”, proseguía Ovando ese 10 de marzo de 1966.
La campaña estaba planificada para desarrollarse durante el mes del mar, marzo, tiempo en el que, tanto instituciones públicas como entidades sociales y cívicas, se organizaron para contribuir a la causa por un barco boliviano.
La movilización fue tal que algunos paceños aún recuerdan esos días. Tomás Sanjinés, de 72 años, cuenta: "en las calles se veía señoritas vestidas de marinero que colectaban los fondos”.
"Fue muy emocionante porque todos teníamos ese sentimientos marítimo a  flor de piel. Las personas donaban dinero; otros, como algunas damas, entregaban incluso algunas de sus joyas. Todos queríamos contribuir”, recuerda.
Banderines, escarapelas…
A través de un comunicado se había convocado "a las señoritas de la buena voluntad” a formar parte del Cuerpo auxiliar femenino de la Fuerza Naval, que tuvo a su cargo la venta de banderines, escarapelas y calcomanía destinadas a la recolección de fondos.
"Las señoritas uniformadas con traje de marinero, empezaron a recorrer las calles y avenidas de la ciudad, así como oficinas y locales públicos, recolectando fondos, a cambio de escarapelas, banderines y calcomanía que quedarán como recuerdo en manos del público contribuyente. Cada uno de los grupos será integrado con un alférez de la Fuerza Naval, de modo que el trabajo sea visto por la colectividad con el respeto que se merece”, informaban los periódicos.
Las escarapelas y los banderines debían ser entregados a la población a cambio de cinco pesos bolivianos, las escarapelas plastificadas por un peso y las calcomanías por dos.
Entonces, Gonzalo Mogro era un estudiante de secundaria y vivía en su natal Bermejo, Tarija, población fronteriza de Bolivia con Argentina, recuerda: "radio Altiplano transmitía la campaña llamando a la gente a donar dinero para comprar el barco para Bolivia, pero en mi pueblo (Bermejo) no se hizo la colecta, no sé por qué”.
Es que los medios de comunicación también se sumaron a la causa. En la ciudad de Cochabamba, por ejemplo, las radios Centro y Litoral y los periódicos El Extra y El Diario, organizaron un baile en Círculo Militar con el objetivo de ayudar a recaudar fondos.
A los cinco días de iniciada la cruzada, aproximadamente, se abrió una cuenta en todos los bancos de la ciudad de La Paz para recibir los aportes de la población y de un sinfín de entidades. El 17 de marzo el periódico El Diario publicaba una lista de algunas de las entidades que habían  hecho efectiva su donación: "los ministerios de Economía, Obras públicas, Agricultura, Defensa Nacional, Educación y Bellas Artes, la Contraloría General de la República, Alcaldía, Corporación Boliviana de Fomento, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, la Dirección general de ferrocarriles y el Banco minero.
También habían hecho su donación empresas como el Lloyd Aéreo Boliviano, la  Lotería Nacional, teléfonos automáticos y organizaciones deportivas, como la Asociación de Fútbol de La Paz, las federación es de box, volibol, natación, tenis y los clubes de fútbol Bolívar, The Strongest y Mariscal.
Incluso figuraban la Guardia de seguridad pública, la Dirección de investigación criminal, el Cuerpo nacional de bomberos.
Organizaciones de carácter social, como el Club de leones también participaron en la cruzada, igual que una organización denominada La acción marítima, que ofreció funciones teatrales con la obra Antofagasta, la pampa del salitre de Luis Llanos Aparicio para contribuir a la causa.
Armando Loiza remarca que uno de los impulsores de la campaña fue el fallecido Germán Velasco, "un patriota” dueño de la importadora Bueno, Bonito y Barato, que se encargó de la impresión de banderines y otros materiales con consignas a favor de Bolivia.
Resultados alentadores
Hasta el 24 de marzo, la colecta pública realizada por el Cuerpo auxiliar femenino había logrado recaudar en las calles 18.000 pesos bolivianos, de acuerdo a la publicación de El Diario del 25 de marzo. Este mismo medio indicaba que la primera dama de la nación de entonces, Elsa Omiste de Ovando, había deposito en la cuenta habilitada en el Banco Central de Bolivia 2.500 pesos bolivianos, "como contribución personal a la cruzada un buque para Bolivia”.
Pero no sólo la población, entidades públicas y privadas se sumaron a la causa, también su unieron los trabajadores. De acuerdo a un artículo escrito en 2011 por el periodista Jorge ‘Coco’ Manto, los trabajadores mineros, a través de la Central Obrera Boliviana, donaron dos días de salario.
De acuerdo a la  Resolución Suprema 136457, emitida el 30 de noviembre de 1966, la cruzada habría logrado reunir medio millón de dólares.
"Autorízase al Comando de la Fuerza Naval del Ejército la adquisición de un buque de la Fuerza Naval Argentina por el precio de quinientos mil dólares americanos ($US. -500.000.--), para cuyo pago se destina el total de las recaudaciones efectuadas en colecta pública que se hallan depositadas en la cuenta "Un Buque para Bolivia" abierta en el Banco Central de Bolivia y las que se obtengan con futuras colectas”, indica la Resolución 136457.
Un final que
nadie supo
Para muchos es un misterio el destino final que tuvieron estos fondos; sin embargo, en su libro Barbie Altmann, de la Gestapo a la CIA, el periodista Carlos Soria Galvarro señala que estos recursos fueron a parar a Transmarítima, empresa creada en 1967, cuyo primer gerente fue el criminal nazi Barbie Altmann, conocido en Bolivia con el nombre falso de Klaus Altmann.
"Transmarítima es posiblemente el asunto más insultante en el que Barbie participó en Bolivia. Aprovechando sus vínculos con el presidente de entonces general Barrientos, se hizo nombrar  gerente de una empresa que nacía en 1967, por gestión de instituciones cívicas y luego de una campaña nacional de recolección de fondos denominada "Un barco para Bolivia”, dice el periodista en su texto publicado en la década de los 80 del siglo pasado.
En el texto Soria Galvarro incluye una entrevista a Gastón Velasco, impulsor principal de la cruzada, donde indica: "Barbie se presentó como experto en ‘asuntos navales’. Se le confío el manejo de los 450.000 dólares producto de la campaña y de los aportes gubernamentales, pero la tal empresa (Transmarítima) nunca adquirió el ansiado barco, se limitó a alquilarlos de otros países. Terminó quebrando en 1971 con una deuda de cerca de un millón de dólares y numerosos juicios ante tribunales de Hamburgo, Panamá y La Paz”.
"Hoy un barco, mañana dos, tres más, al fin la flota y por último el puerto deseado, vasto, soberano, laborioso que nos comunique con los mares”.

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