Cajías rescata el rol de intelectuales, diplomáticos, empresarios y juristas que hicieron importantes aportes a la causa marítima en la historia.
Fernando Cajías
historiador
Como en toda lista existe el peligro de significativas e involuntarias omisiones, lo importante es contribuir a que su trabajo permanezca en la memoria.
En los últimos años, una importante tendencia historiográfica está realizando profundos estudios sobre el rol de los llamados subalternos. Sin desmerecer los liderazgos políticos, militares o intelectuales, la mayoría de los acontecimientos políticos, militares o de otra índole no se pueden explicar a cabalidad sin conocer el rol de los subalternos, tanto para los éxitos como para los fracasos. Por ejemplo, Napoleón no habría logrado ninguna victoria sin sus oficiales y sin sus soldados.
En la historia de la lucha diplomática de Bolivia, primero por mantener la provincia de Atacama, luego Departamento del Litoral y, posteriormente, por recuperar la cualidad marítima, han destacado varios presidentes y cancilleres de Bolivia, cuyo aporte es bastante conocido.
En este artículo analizo el rol de intelectuales, diplomáticos, empresarios, juristas que hicieron importantes aportes para las causas mencionadas y que, en muchas ocasiones, fueron los autores y operadores de significativas estrategias instruidas por sucesivos gobiernos bolivianos. Como en toda lista existe el peligro de significativas e involuntarias omisiones, lo importante es contribuir a que su trabajo permanezca en la memoria.
Los protagonistas de 1840-1879
El proceso de la usurpación de la provincia de Atacama, denominada posteriormente departamento del Litoral, se inició 40 años antes de la Guerra del Pacífico. Esta provincia desértica no fue del interés del Gobierno chileno, sino cuando el guano se convirtió en un producto apetecible en los mercados europeos, más aún cuando al guano se sumaron otras riquezas como el salitre, la plata y el cobre.
Esto ocasionó, como es bien sabido, el inicio de la política expansionista de Chile sobre Atacama y Tarapacá. Para justificarla legalmente, se emitieron leyes que declaraban la provincia de Atacama como suya. Con el transcurso del tiempo, el Gobierno chileno aclaró que sus derechos llegaban hasta el grado 23; en cambio, Bolivia reclamaba como suyo el territorio existente hasta más allá del grado 25.
Precisamente para defender esos derechos, el Gobierno boliviano envió sucesivas misiones diplomáticas. La mayor parte tuvo rango de Encargados de Negocios; fueron personas preparadas, conocedoras del tema, con trayectoria política, con prestigio e influencia en Bolivia. En el periodo entre 1842 y el Tratado de 1866, los principales protagonistas, en orden cronológico, fueron los siguientes: Casimiro Olañeta (1842 – 1843), quien dejó importantes folletos sobre el tema de límites; Manuel Buitrago (1843 – 1844), luego prefecto del Litoral; Joaquín Aguirre (1846); Juan de la Cruz Benavente (1853); Manuel Macedonio Salinas (1858 – 1859), quien publicó las memorias de su misión y un excelente libro titulado Impugnación a la cuestión de límites entre Chile y Bolivia escrita por Miguel Amunátegui (Sucre, 1863) en el que refuta los argumentos del escritor chileno y defiende los derechos de Bolivia. José María Santiváñez (1860 – 1861), que reclamó apasionadamente las dilaciones del Gobierno chileno a la solución del problema de límites para seguir explotando informalmente las guaneras de Mejillones, situación que produjo la declaratoria de guerra por parte de Bolivia en 1863. En esa situación tensa, el Gobierno boliviano envió al prestigioso abogado y político potosino Tomás Frías (1864), luego Presidente de Bolivia, quien también fracasó en el objetivo principal de su misión.
Dos situaciones impidieron que se pase del debate diplomático a la guerra: la invasión española y el ascenso de Melgarejo al poder, situaciones que permitieron una negociación pacífica que desembocó en el Tratado de 1866. Además del presidente, el principal protagonista fue Donato Muñoz, representante de la élite paceña de la época. Mientras los chilenos, durante la presidencia de Melgarejo, mantuvieron un solo ministro plenipotenciario, el Gobierno boliviano envió varios diplomáticos. Destacan el historiador José Rosendo Gutiérrez, de corta misión, y Jorge Oblitas, luego canciller de Hilarión Daza.
No es objetivo de este ensayo analizar los pros y contras del Tratado de 1866. Lo cierto es que, a la caída de Melgarejo, fue desconocido por el nuevo Gobierno boliviano. En la década de los años 70 se dio mayor acercamiento con Perú hasta llegar al Tratado de Alianza de 1873 y se firmó con Chile el Tratado de 1874. En la década de los 70 los actores bolivianos en las misiones diplomáticas fueron también personas destacadas; por ejemplo, el prestigioso hombre público Rafael Bustillo (1871-72) y el secretario de la legación por varios años, el historiador Gabriel René Moreno. En todo caso, uno de los personajes más influyentes, sobre todo para el acercamiento con Perú, fue el geopolítico Julio Méndez.
Méndez, además de ser un actor político en el gabinete de Daza, escribió artículos periodísticos, compilados en el folleto (publicado en Lima en 1874) titulado Realidad del equilibrio hispanoamericano y necesidad de la neutralización perpetua de Bolivia.
La invasión de 1879
Luego de un largo proceso de apropiación de las riquezas naturales de Atacama y Tarapacá, especialmente de la explotación del salitre, mediante una alianza de empresarios chilenos (varios vinculados al Gobierno de Chile) y de empresarios ingleses, así como de una fuerte migración de trabajadores chilenos, se produjo la invasión militar chilena, con el claro objetivo geopolítico de apropiarse del Litoral boliviano como del Tarapacá peruano.
Desde el inicio de la invasión, el Gobierno de Chile, especialmente su ministro de Relaciones Exteriores, Domingo Santa María, y el ministro de Guerra, Rafael Sotomayor, se dieron cuenta, como consta en una correspondencia ampliamente difundida, que no podían dejar a Bolivia sin una salida al mar, por ello propiciaron la llamada "política boliviana” que buscaba una alianza con Bolivia contra Perú a cambio de otorgarle Tacna y Arica. Para ello, sumaron como objetivo militar la toma de esas localidades peruanas, tradicionalmente muy vinculadas a Bolivia.
Luego de una serie de conversaciones secretas, el Gobierno chileno envió, con el reconocido historiador boliviano Gabriel René Moreno y Luis Salinas Vega las "bases chilenas” para un acuerdo con Bolivia, mediante el cual Bolivia renunciaría a la provincia de Atacama, a cambio de asegurarse Arica como su puerto de conexión con el océano Pacífico. Las reuniones con Daza se realizaron en mayo de 1879 en Arica y el resultado fue un fracaso. El historiador Gabriel René Moreno fue declarado traidor, pero luego de una brillante defensa, fue absuelto por la Corte Suprema de Sucre en 1880. Sobre el particular se ha escrito bastante, destacando, entre otros, el libro del propio Gabriel René Moreno.
1880 - 1930
En octubre de 1880 el Gobierno de Estados Unidos auspició conferencias para lograr la paz entre los tres países beligerantes. Por parte de Bolivia asistieron Mariano Baptista, Juan Crisóstomo Carrillo y como secretario de la delegación boliviana Félix Aramayo. La representación boliviana como la peruana se negaron a aceptar las drásticas condiciones chilenas.
Desde inicios de 1883 se iniciaron negociaciones para llegar a un pacto de tregua. La posición boliviana abogaba por una negociación tripartita, la que se frustró cuando uno de los presidentes que gobernaba Perú, Miguel Iglesias, firmó el Tratado de Ancón, por el cual Perú cedía el perpetuo dominio de Chile sobre Tarapacá, y, que Tacna y Arica queden bajo tuición chilena por espacio de 10 años hasta que un plebiscito determine a qué país quedarían anexadas ambas ciudades.
Los efectos para Bolivia fueron enormes, el gobierno de Santa María abandonó la "política boliviana” y ya no buscó una solución con Bolivia, acercándolo como futuro aliado, sino, bajo presión militar, obligarle a firmar el Pacto de Tregua.
En la negociación del pacto participaron los representantes bolivianos Belisario Boeto y Belisario Salinas. Ambos plantearon que Bolivia no podía resignarse a carecer de un punto de comunicación con el Pacífico sin riesgo de condenarse a un perpetuo enclaustramiento. El proceso de negociación del pacto dejó en claro dos posiciones irreconciliables: Bolivia declara su derecho a tener un acceso al océano Pacífico y Chile se lo niega aduciendo que no puede interrumpir su territorio ni disponer sobre el territorio anteriormente peruano, aunque sobre esto último se dieron cambios muy importantes, sobre todo en 1895, 1950 y 1975.
Después de varios años de una paz fría, la Guerra Civil en Chile desencadenada en 1891 y el acercamiento de Bolivia con Argentina dejó abierto el camino para que el Gobierno chileno retorne a la "política boliviana”. Durante los gobiernos del chileno Jorge Montt y del boliviano Mariano Baptista, el 18 de mayo de 1895, se suscribieron en Santiago tres tratados, uno de paz, uno de transferencia de territorios y otro de comercio. Por el primero Bolivia cedía todo el territorio del Litoral; por el segundo Chile se obligaba, una vez llamado el plebiscito, a ceder a Bolivia los territorios de Tacna y Arica y, si no ganaba el plebiscito ceder la caleta Vitor.
El principal protagonista boliviano en la negociación fue Heriberto Gutiérrez, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de Bolivia ante Chile. Por dilaciones en los protocolos de los tratados y otros problemas los tratados no llegaron a consumarse.
A fines del siglo XIX y a principios del siglo XX, las buenas relaciones de Chile con Argentina y Perú, la guerra de Bolivia con Brasil, las malas relaciones de Bolivia con sus países vecinos, la dividida situación interna boliviana como consecuencia de la Guerra Federal ocasionaron el cambio radical de la política chilena hacia Bolivia reflejada en la tristemente célebre carta de Abraham Köning por la cual expresaba que Bolivia debía ceder el Litoral bajo las condiciones de Chile como nación vencedora de la guerra y que a cambio Chile no estaba obligado a entregarle un puerto para Bolivia. Es decir una posición totalmente contraria a la que había asumido la cancillería chilena en 1895 cuando reconoció la necesidad de que Bolivia tenga un puerto.
Al principio de las nuevas negociaciones, el Gobierno liberal, mediante su canciller Eliodoro Villazón, rechazó la posición de Köning reafirmando la aspiración portuaria de Bolivia. Sin embargo, por la presión militar, económica, por el aislamiento diplomático y otras circunstancias, el Gobierno boliviano firmó el Tratado de 1904 por el cual Bolivia cedía todo el departamento del Litoral a cambio de compensaciones territoriales y el libre tránsito.
Los protagonistas, además de las autoridades del Gobierno liberal, fueron el empresario Félix Avelino Aramayo, el ministro plenipotenciario Alberto Gutiérrez y el canciller de Bolivia Claudio Pinilla. Un análisis especial requiere la figura de Alberto Gutiérrez ya que fue el autor de dos libros fundamentales de defensa de los derechos bolivianos en respuesta a la obra histórica del chileno Manuel Bulnes, que justificaba la invasión chilena.
Si bien los gobiernos liberales fueron bastante pasivos respecto al reclamo boliviano de acceso al mar, se dieron importantes manifestaciones en este sentido. La principal demanda al respecto fue el Memorándum del 22 de abril de 1910, dirigido por el canciller boliviano Daniel Sánchez Bustamante a los gobiernos de Chile y Perú expresando el deseo boliviano de adquirir Arica a cambio de compensaciones a Chile y Perú.
Paradójicamente, fue a fines de los gobiernos liberales, cuando sus autoridades reconocieron el gran mal que producía el Tratado de 1904 e iniciaron una ofensiva para su revisión. También es paradójico que los protagonistas de esta ofensiva fueron, en parte, los mismos que protagonizaron la negociación de 1904. Por ejemplo, el excanciller Claudio Pinilla, en ese momento ministro plenipotenciario de Bolivia en Chile, quien planteó en 1918 la necesidad de buscar un puerto propio para Bolivia y la perjudicial condición económica ocasionada por el Tratado de 1904, tratado que era necesario revisar, ya que fue firmado bajo presión.
La creación de la Sociedad de la Naciones fue considerada como la situación favorable para que Bolivia presente la demanda marítima. De esto también se dio cuenta el Gobierno chileno que se apresuró a realizar negociaciones con Bolivia respecto a su demanda. En enero de 1920 se firmó un protocolo entre el canciller boliviano Carlos Gutiérrez y el ministro plenipotenciario de Chile Emilio Bello en el que, entre otras cosas, manifestaba que Chile estaba dispuesto a procurar que Bolivia obtenga una salida al mar.
El pacto de la Sociedad de las Naciones fue creado por Tratado de Versalles que entró en vigor en enero de 1920. Entre los países firmantes y fundadores de la sociedad estuvieron Bolivia, Perú y Chile. Varios artículos del tratado daban pie a la revisión de tratados que hubieron llegado a ser inaplicables. Así, Bolivia decidió presentar su demanda marítima ante la Sociedad de las Naciones. Uno de los protagonistas principales para elaborar la estrategia boliviana fue Ismael Montes, bajo cuya presidencia se aprobó el Tratado de 1904 y, el que lo redactó fue el historiador Alcides Arguedas secretario de la delegación boliviana. El objeto principal de la primera estrategia boliviana ante la Sociedad de las Naciones refleja la posición practicista: obtener Tacna y Arica a cambio de compensaciones a Perú y Chile, posición que produjo indignación en Perú.
Si bien esta demanda fue presentada en forma de Memorándum y con folletos anexos, no prosperó porque a mediados de 1920 se produjo el cambio de gobierno cuando los republicanos reemplazaron a los liberales en el poder. Ismael Montes fue reemplazado como jefe de la delegación por Félix Avelino Aramayo y Arguedas, como secretario fue reemplazado por otro famoso escritor boliviano, Armando Chirveches. Como delegados ante la asamblea, además de Aramayo, fueron designados Florián Sanabria y el famoso poeta Franz Tamayo. Ellos elaboraron la segunda estrategia boliviana ante la Sociedad de las Naciones, de línea reivindicacionista, que planteaba la denuncia del Tratado de 1904, basándose en el artículo 19 del Tratado de Versalles, que normaba la posibilidad de realizar un nuevo examen de los tratados, argumentando la violencia bajo la cual fue impuesto el Tratado de 1904 y que como consecuencia Bolivia estaba convertida en un país privado de acceso al mar.
La Asamblea General de 1920 decidió postergar el análisis de la demanda boliviana a la Asamblea de 1921, ese año Bolivia volvió a presentar la demanda. La delegación boliviana estaba conformada nuevamente por Félix Avelino Aramayo, su hijo Carlos Víctor Aramayo y Demetrio Canelas. Sin pronunciarse sobre el fondo de la demanda, ésta no fue analizada por la Asamblea por no considerar de su competencia e invitó a los dos países a reiniciar conversaciones bilaterales. Es importante recordar que el canciller boliviano, en ese momento, era Alberto Gutiérrez otro de los protagonistas de 1904 quien explicó, en su memoria de 1921, que el retiro de la demanda boliviana era momentáneo y que con su presentación se había logrado un éxito: difundir suficientemente la condición mediterránea de Bolivia.
Bolivia, forzado por las circunstancias, tomó la iniciativa de una negociación bilateral; para ello envió primero a Macario Pinilla y, a fines de 1922, al prestigioso poeta y excanciller Ricardo Jaimes Freire. Éste presentó ante el presidente Alessandri la posición de Bolivia de revisar el Tratado de 1904 y obtener un puerto soberano en la zona de Atacama. Por rechazo del Gobierno chileno, si bien reconoció las legítimas aspiraciones de Bolivia, las negociaciones fracasaron nuevamente.
Si bien, la política principal del Gobierno boliviano republicano fue conseguir la revisión del Tratado de 1904 y la consecución de un puerto propio en el Litoral boliviano, no descuidó la posibilidad de obtener Tacna y Arica antes del plebiscito. Por múltiples divergencias los gobiernos de Perú y Chile no habían logrado ponerse de acuerdo en la forma de realizar el plebiscito y, por eso aceptaron la mediación del Gobierno de EEUU.
Durante las negociaciones, para la causa boliviana, el gran protagonista fue el secretario de Estado norteamericano Franz Kellog, quien, mediante Memorándum de 30 de noviembre de 1926, propuso, ante el fracaso de dos fórmulas de solución en la controversia peruano-chilena, una tercera: "La cesión libre y voluntaria a Bolivia de los derechos, títulos o intereses que Perú y Chile tuviesen en las provincias de Tacna y Arica…”, a cambio "Bolivia daría una compensación voluntaria, fijada por las partes destinada a cubrir el monto de las obras públicas existentes”.
El Gobierno boliviano, a través de su canciller Alberto Gutiérrez, expresó su satisfacción y la aceptación plena de la propuesta. El Gobierno chileno aceptó en principio discutir la propuesta; en cambio, el Gobierno peruano se opuso.